Iker Fernández “El Mene” es el novillero que actualmente está en boca de todos los aficionados después de alzarse con el prestigioso Alfarero de Oro de Villaseca de la Sagra tras una actuación de gran impacto el pasado 6 de septiembre frente a los utreros de Montealto. Otra de las ferias de novilladas importantes, la de la ‘Vid de Oro’ de Arganda del Rey, también vio triunfar al espada zaragozano. Analizamos junto a ‘El Mene’ la tarde en la plaza toledana, además de conocer cómo es su día a día y los fundamentos en los que se basa su tauromaquia
Entrevista con Iker Fernández «El Mene»
Pasados unos días del éxito en Villaseca de la Sagra, ¿Ya te ha dado tiempo a asimilar y a darte cuenta de lo que realizaste?
«La verdad que sí, no te creas que mucho la verdad porque es difícil de asimilar lo que pude hacer en Villaseca de la Sagra pero cada vez voy siendo más consciente de la que formé, manteniendo eso sí los pies en el suelo siempre».
¿Cómo se afronta, habiendo toreado tan poco, como tú esta temporada, un compromiso de la envergadura del que tenías en el Alfarero de Oro?
«No me lo esperaba. Me avisaron la noche anterior y no me dio tiempo a pensarlo. Yo creo que fue mejor así, porque no llegué a Villaseca con tanta presión».
En mi opinión, pienso que el Ayuntamiento de Villaseca de la Sagra fue justo con esa sustitución porque de novillero sin caballos, en el Alfarero de Plata, estuviste a un gran nivel, aunque obviamente nunca quiere uno torear por un compañero que está herido o lesionado.
«Sí, el Ayuntamiento se acordó de mí, ya que en el Alfarero de Plata llegué a la final. Nunca se quiere sustituir a un compañero pero bueno muy agradecido al consistorio que me llamó. Humildemente, creo que lo supe aprovechar».
Como acabamos de decir, entraste en Villaseca en sustitución de un compañero, Samuel Navalón, por lo que tampoco tuviste tiempo de darle muchas vueltas a la cabeza ni de prepararte o mentalizarte de forma especial. Ahí en esos casos lo que cuenta es el trabajo diario.
«Así es, entrenando mucho. Si no hubiera entrenado me hubiera venido grande, a mí y a cualquier otro que no hubiera entrenado o que no estuviera responsabilizado y mentalizado. Sustituir a un compañero con tanto bagaje no es sencillo estar a la altura, pero yo pienso que se vio reflejado todo el sacrificio y el trabajo que hay detrás».
El encierro de Montealto fue serio, fuerte, como es habitual en Villaseca de la Sagra, y también exigente en su comportamiento pero bravo y con entrega si el torero era capaz de ponerse en el sitio y tirar la moneda.
«La novillada fue prácticamente una corrida de toros pero los animales tuvieron buen fondo de bravura, aunque no te lo daban por ellos mismos, se lo tenías que sacar tú. Cuando le hacías las cosas de verdad, con pureza, ellos te lo regalaban».
En concreto, los animales de tu lote siempre veían la muleta puesta por delante, no le dabas la opción de pensar en otra cosa que no fuera embestir. En ese sentido, la colocación es fundamental, porque lo primero para poder torear bien es estar bien colocado, dando el pecho, cargando la suerte, asentado en los riñones, reuniéndote mucho con el novillo y dándole también sus ventajas. De ahí la intensidad de tus faenas.
«Eso es. Tú le pones la muleta por delante, ellos la ven, y le das a elegir entre tu cuerpo y la muleta. Yo intenté hacer todo con la máxima pureza y la máxima verdad y tuve la suerte que los animales optaron por la muleta, gracias a Dios. Por eso, surgió ese momento tan bonito, mágico, que yo creo que recordaré toda la vida. La faena al tercero fue muy asentada, pausada, muy de verdad, cargando la suerte, y el novillo fue muy agradecido puesto que me regaló quince o veinte embestidas que las pude aprovechar. En cambio, el sexto tuvo más movilidad, más transmisión, dónde yo intenté parar el tiempo, con muletazos instrumentados con mucha verdad y muy despacio».
Está claro que en Villaseca enseñaste un concepto muy clásico del toreo, de mucha pureza y verdad, así como también personalidad, naturalidad, cualidades innatas que van dentro de ti, de tu corazón, de tu alma, para ejecutar un toreo así.
«Sí. En ese momento es lo que te salga, tu concepto, tu personalidad. Intenté hacer las cosas para que el aficionado pudiera ver el toreo de verdad, y creo que algo sí que se vio».
La repercusión y el impacto de lo sucedido en Villaseca ha sido mayor también gracias a la presencia de la televisión, tanto de las cámaras de OneToro como de CMMedia. Al respecto, considero que la televisión cumple una función muy importante para dar a conocer los nombres de nuevos valores de la tauromaquia, porque seguramente que mucha gente que te vio en el Alfarero de Oro no te conocía, y a partir de ahora te seguirá allá donde estés anunciado.
«Surgió todo perfecto, estaba para mí. Pudimos contar tanto con OneToro como con CMMedia, una de pago y otra en abierto. El impacto que causé me está costando asimilarlo pero cada vez me doy más cuenta que el público y los aficionados están hablando de mí. Mi intención era llamar la atención para poder torear más, y que el aficionado bueno tenga ganas de verme otra vez».
Claro eso es aún más importante que las orejas que cortaste, siendo fundamentales también éstas. Que la próxima vez que los aficionados vean el nombre de El Mene en un cartel, acudan a la plaza con ilusión de verte torear.
«Totalmente. En el Alfarero de Plata ya dejé muy buen ambiente, la gente habló mucho de mí. Cuando se enteraron que toreaba en Villaseca, me dijeron que estaban encantados que actuara en tan importante feria de novilleros. Espero que cuando la gente vaya a la plaza a verme, pueda ver mi mejor versión, mostrar una evolución en mi forma de torear».
¿Esperas que este triunfo tan resonante, junto al de Arganda del Rey, te permita sumar más paseíllos y que se abran para ti las puertas de mayor número de ferias y plazas?
«Deseo que sea así. En el resto de compromisos que me quedan tengo que hacer lo mismo, para que realmente me sirva. Este año me va a ayudar un poquito pero sobre todo será más la próxima temporada, en la que pienso que ayudará bastante».
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Carmen de la Mata
Fotos: Ángel Huéscar